jueves, 15 de febrero de 2007

Borrador escrito en el Atelier




Usted tampoco me creerá, como ninguno de los que escucharon mi historia en los dos años de reclusión que llevo aquí por abandonar mi puesto...
El general Invierno golpeaba más duramente que nunca, aunque nosotros estábamos mejor preparados que nuestros enemigos. Los continuos temblores de tierra provocados por los bombardeos hacían imposible dormir más de dos horas seguidas, y así estábamos en una dura lucha por conservar la fábrica de tractores, que en las últimas doce horas había cambiado de mando seis veces, alimentándonos de la carne cruda de un caballo que yacía a unos metros de nuestra posición. Apenas nos quedaban municiones cuando una granada cayó cerca de mi batallón destrozando a tres de mis compañeros; aturdido por el estruendo y cubierto de polvo y sangre fue cuando los vi...en el exterior, dos hombres con un extraño vestuario que no había visto antes caminaban tranquilamente por la calle principal de la ciudad, al observar que uno de ellos llevaba un aparato con una gran mira telescópica pensé que era el francotirador que los alemanes habían enviado para cazar al camarada Zaitsev, así que fui, esquivando las balas y los escombros, hasta la puerta de la fábrica, y disparé dos veces contra ellos, sin embargo, parecía que ni siquiera escuchaban las balas, que no les afectaba el nausebando olor de los cadáveres en descomposición que inundaban las aceras, sobreponiéndome de la sorpresa como pude, y aún con un enorme zumbido en mis oidos, vi que ninguno de los dos llevaba armas de fuego a la vista, así que decidí acercarme pues esa presa podía valerme pasar de ser secretario de mi unidad del Komsomol a ser acreedor de la medalla de Héroe de la unión soviética; corrí lo más rápido que pude, apuntándoles con mi rifle y gritándoles casi al oido las palabras en alemán que me habían enseñado en la NKVD:

Fritz!!Hitler Kaputt!!

Pero actuaban como si yo no estuviera allí, ya empezaba a pensar que eran de esos brujos que Hitler mandaba en busca de objetos esotéricos cuando vi un resplandor en la parte alta de un edificio. Era el alemán. Justo después de recibir un balazo en el hombro pude ver cómo uno de ellos se agachaba a recoger unpequeño objeto rectangular y pronunciaba una extraña fase:

"Quizás ahora hayamos obtenido alguna psicofonía".

miércoles, 14 de febrero de 2007

viernes, 9 de febrero de 2007

Tuve que hacerlo

No me quedaba otra opción. Ella había mancillado mi honor, estaba escupiendo sobre mi amor inmenso cuando gritaba a horcajadas sobre él, con los ojos cerrados y el pelo sudoroso cayendo sobre sus hombros y su espalda. Después se había reído. Fue la gota que colmó el vaso de mi desesperanza. Sé perfectamente que reía, detrás de esa careta de pálida incomprensión, cuando empezó a entender que aquello no era un juego, que su amante -ya muerto- se desangraba despaciosamente, empapando las sábanas, el colchón y, finalmente, las zapatillas a cuadros que había junto a la cama. Del cuchillo ya sólo era visible una pequeña parte del mango de madera. El resto separaba en dos partes iguales el corazón inmóvil de aquel hijo de puta. Al menos así lo visualizaba yo. Y no sentía culpa alguna: estábamos en paz. Un corazón rajado por otro hecho pedazos.

El sonido de las gotas sobre el parqué pareció extraerla de su pétreo estado. Movió los ojos nerviosamente, de aquel cuerpo desnudo a mi, y vuelta de nuevo, en un bucle que parecía no tener final. Fue entonces cuando descubrí que estaba comparando, que ante aquel sexo inerte, el mío le parecería pequeño, inútil. Sí, lo vi claro. Ella le prefería por un motivo tan sucio, tan egoísta, tan malvado.

Tuve que hacerlo. No me quedaba otra opción.

viernes, 2 de febrero de 2007

Sí, definitivamente hablo tantos idiomas que ni yo misma me entiendo. Me reitero en las formas, en los fondos y en las intenciones.
Me siento muy cansada y quiero bostezar y dormirme al pie de la parra que hay en el camino. Dar un par de bocados al racimo y dejarme llevar plácidamente hasta que caiga el sol. Y luego caminar.
Sola. A oscuras. Silenciosa.