Biyectividades
¿Qué ocurre? ¿No quieres responderme? Deja que explique bien de lo que hablamos. Necesito que entiendas el verdadero significado de todo esto. Hay un eje de traslación imaginario. Tú te ubicas en el lugar opuesto al sufrimiento. Y te dedicas a verlo desde fuera, a desplegar tu lástima sabiendo que ese dolor te exime a ti del tuyo, que le ha tocado a otro, una vez más. Como si, en mitad de un tiroteo, hay alguien a tu lado que se desploma, muerto. Tu compasión tiene mucho más de alivio, porque esa bala ya no podrá matarte.
Y no entiendes que hay balas para todos.
Todo esto me va acercando a lo que quiero expresar desde un principio. Te pido que te esfuerces un poco, que recuerdes. Una vez discutimos. Yo sostenía que aquello no era un poema de Brecht, sino de Niemöller. Tú defendías en voz alta lo contrario y, para tus adentros, también que nunca vendrían a buscarte. Esa desgracia que siempre es la de otros.
Hasta el día de hoy, amigo mío.
He tenido que ser yo mismo quien lo haga, aunque eso carece de importancia. Lo único que tiene algún sentido ahora es que debes aprender esto, de una vez por todas. Porque no es cierto eso de que, al correr los años, la vida pone a cada uno en su lugar.
La lección de esta noche es la siguiente: el dolor es una función biyectiva. Y no depende del tiempo.
Ni mucho menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario